Uno de mis sueños es conocer Nueva York. Debe ser una ciudad increíble en la que vivir experiencias únicas para añadir al guión de la vida.
Skyline de Nueva York Foto extraída de |
En mi
llegada al amado Manhattan de Woody Allen estaré nerviosa por conocer una
ciudad que ya conozco sin haber estado allí.
Mis ojos, estarán
muy abiertos y brillantes e intentarán retener cada imagen que vean. Pretendo adentrarme en pleno rodaje de los filmes y series que han pasado a la historia
de mi vida.
Quiero observarlo
todo y descubrir la infinidad de rincones que esconden la magia de mis
películas favoritas.
Ver el
Empire State Building, ese edificio emblemático que acompaña como protagonista
a King Kong mientras, junto con su idolatrada Fay Wray, intenta deshacerse de
los aviones que pretenden acabar con él.
Salir de un
taxi en la Quinta Avenida y comerme un croissant delante del escaparate de Tiffany's
mientras tarareo Moon River.
Sentir una
ráfaga de viento que proviene de un respiradero del metro de Nueva York en la Avenida Lexington cerca del
cruce con la calle 52, mientras se levanta un vestido blanco cualquiera.
Encontrar la
Fuente Pulitzer donde Rachel, Monica, Phoebe, Joey, Chandler y Ross se
divierten como buenos amigos.
Patinar en
el Wollman Skating Rink de Central Park para luego tomarme un chocolate
caliente en Serendipity III.
Pasear por Chinatown
como un detective privado de Polanski buscando el puesto donde Don Vito queda
abatido entre naranjas.
Conocer el apartamento perfecto, con el vestidor donde Mr. Big guarda los
zapatos azules de Carrie, que ella se pondrá para salir por la noche a Lucky
Cheng's.
Viajar en
ferry desde Battery Park hacia la isla de la Libertad y descubrir, como si
fuera Charlton Heston, Mi Destino: La Estatua de la Libertad.
Sentirme
otra vez niña bailando sobre un piano ubicado
en FAO Schwarz.
Y por último
descubrirme en Times Square, donde un ex-marine reconvertido a taxista advierte a
los transeúntes que “algún día una lluvia de verdad vendrá y limpiará toda esta
basura de las calles”, en el puente de Brooklyn de Annie Hall, cazando fantasmas
por el Central Park West o invirtiendo mi tiempo en pasear por las calles de Wall
Street.
Seguramente
existen muchas maneras de conocer una ciudad como Nueva York pero, para alguien
como yo, que ha crecido y soñado delante de la pequeña y gran pantalla,
conocerla a través de las series y películas es probablemente la mejor manera
de enamorarse de ella.
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