viernes, 27 de febrero de 2015

L' ESTACA DE LLUÍS LLACH. Un himno de ayer y hoy.



La lucha y el cambio social siempre han estado estrechamente ligados a la música. Desde finales de los años 50, la reivindicación de las libertades y los cantos de autor iban de la mano. Eso es algo de lo que se bebe actualmente. Sin ir más lejos, la última asamblea de Podemos, celebrada en Madrid, concluyó con todos sus asistentes cantando L'estaca, de Lluís Llach. Su portavoz, Juan Carlos Monedero, lo explicó así: "Somos conscientes de que nos falta un himno, pero queríamos una canción para que los más jóvenes sepan que nuestra lucha es heredera de aquellas que se libraron hace cuarenta años". 

Lluís Llach, un catalán comprometido con su tierra, pero también con la libertad en su concepción más amplia, fue probablemente el cantautor más represaliado de la época, con prohibiciones continuas, multas e incluso detenciones.

Nace en Girona en mayo del 48. Vive toda su infancia en Verges, un pequeño pueblo situado en el Baix Empordà. A los 15 años, se desplaza a Barcelona para cursar estudios de ingeniería. Dos años después, se matricula en la Facultad de Económicas. Inmerso completamente en los ambientes universitarios antifranquistas, y debido al interés que desde pequeño ha mostrado por la música, entra en contacto con el grupo intelectual de “Els Setze Jutges" (Los dieciséis jueces), antecedente del que entonces empezaría a denominarse "Nova Cançó" y en la que Llach muy pronto destacaría junto con artistas como Joan Manuel Serrat, Maria del Mar Bonet, Francesc Pi de la Serra, o el cantautor valenciano Raimon, que también estuvo vinculado en el inicio de su carrera, contribuyendo especialmente al movimiento de la Nova Cançó. El nombre proviene de un trabalenguas catalán muy popular, «Setze jutges d'un jutjat mengen fetge d'un penjat», que se puede traducir como «dieciséis jueces de un juzgado comen hígado de un ahorcado», denominación que nació de un cierto espíritu irónico y en reivindicación de la cultura catalana en aquellos años de la dictadura franquista. Los integrantes del grupo fueron en sus principios aficionados, ya tenían sus profesiones respectivas, algunos de ellos se profesionalizaron más tarde. El propósito de todo el grupo fue el de impulsar el movimiento de la Nova Cançó y normalizar el uso del catalán en el mundo de la música moderna.

L'estaca, como su autor, también sufrió los embates y acometidas de la censura. Aprobada inicialmente en 1968, un año más tarde fue prohibida, cuando descubrieron su enorme potencial pese a la ambigüedad del texto ("Segur que tomba i ens podrem alliberar"),pero la canción ya se había convertido en un himno colectivo, en la canción protesta por excelencia. Cuentan algunos que en sus recitales Lluís Llach tocaba la canción al piano, sin pronunciar una palabra, y era el público quien, a coro, la cantaba. Los problemas con las autoridades venían al final del concierto.




Han pasado 47 años desde que Lluís Llach decidió incluir esta canción en su tercer disco, Concèntric 6075. En aquel entonces tenía 20 años y puso letra a una cancioncilla, con raíces en la chanson francesa, que hasta entonces sólo tarareaba con sus amigos de Verges, con el único estribillo del "tomba, tomba". Se inspiró en sus conversaciones con el abuelo Siset, un personaje real. Lo cuenta Ponç Feliu, abogado y nieto de Narcís Llansa Tubau. "Mi abuelo Siset había sido concejal de ERC en Besalú durante la Segunda República y fue represaliado por la dictadura; al jubilarse como barbero se fue a vivir con sus hijas, una de ellas establecida en Verges, donde conoció al joven Lluís Llach". El cantautor pertenecía a una familia católica y conservadora, cuyo padre había sido alcalde franquista, y descubrió a través de Siset el significado de las palabras catalanismo y república. Esto sucedía entre 1962 y 1965. "Lluís era un chico joven, que venía de Els Fossos (nombre que se daba al colegio La Salle de Figueres)y le descubrió un nuevo mundo que le impactó", añade Ponç Feliu. "A la mayoría de nosotros nos gustaba ir en bici por el pueblo, pero Lluís prefería irse de pesca al río Ter con mi abuelo y le escuchaba atentamente. Allí, solos, mi abuelo le hacía confidencias que no se atrevía en el café, jugando a la butifarra donde a veces coincidíamos todos". Ponç Feliu también cuenta que su abuelo está enterrado en el cementerio de Besalú y en los años de la transición los jóvenes independentistas saltaban los muros para ir a cantar L'estaca en su tumba.

Actualmente hay hasta cincuenta versiones en francés, inglés, corso, vasco, occitano, italiano, sueco... Una de las más famosas es la que hizo Jack Kaczmarski en 1978 convirtiéndola en Mury (muros). Fue en la práctica el himno informal del sindicato Solidarnosc, la fuerza que derrocó al régimen comunista. La letra, explica el corresponsal de La Vanguardia en Varsovia, Maciej Stasinski, era muy combativa. Era un canto a la rebelión, pero alertaba de los peligros que los propios revolucionarios levantasen nuevas dictaduras -muros- contra los disidentes. Sin embargo, este mensaje nunca llegó a ser entendido textualmente y quedó como una canción de combate y de victoria, para desesperación de su autor ya fallecido, incluso se cambiaba su final.
Más recientemente, en Túnez, en 2011, cuando empezaron las manifestaciones de protesta por el suicidio de Mohammed Bouazi en protesta por la precariedad de las condiciones de vida, dos cantantes, Lakadjina y Yasser Jeradi, crearon también una versión conocida como Dima, dima. Y la música de L'estaca entró a formar parte de la primavera árabe.
Francia es uno de los países donde la canción ha tenido más versiones.
Además es el himno oficial del club de rugby  Union Sportive Arlequins Perpignan (Unión Deportiva Arlequín de Perpiñán) (USAP) de Perpiñan (Francia).

La demanda y la protesta se pueden cantar. Letras que en muchas ocasiones tienen que esperar para ver la luz, pero que no caducan y se siguen utilizando como himnos a través del tiempo.




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